La humanidad está reviviendo un ciclo; la sabiduría de
los pueblos de la antigüedad vuelve a escena con la moda del auto
descubrimiento personal. Esta corriente sociológicamente se explica en el mundo
moderno porque al llegar a la cúspide del avance tecnológico, cada vez más
gente está experimentando el vacío existencial al que lleva el ideal hedonista
individualista de dinero y poder. Entonces, luego de siglos de buscar fuera,
algunos empiezan a buscar en su interior. Hay muchos cristianos o musulmanes o
hindúes para quienes lo más importante es cumplir con el rito, seguir las
reglas, santiguarse y gritar alabanzas al señor; sin que la compasión y la
solidaridad sean conceptos muy profundos en sus vidas.
Ayer hoy y siempre ha habido quienes se preocupan más
de la forma y quienes van al fondo. De hecho, en la historia de la humanidad
hay dos tradiciones filosófico-espirituales: la tradición exotérica y la
tradición esotérica. Exotérico significa que busca la verdad afuera. Las
religiones suelen ser exotéricas porque buscan la verdad en el exterior: en la doctrina,
el profeta, el sacerdote. Y dan gran importancia al cumplimiento del rito, de
las reglas, a la fe. Lo esotérico, por el contrario, significa buscar la verdad
adentro, a través de la introspección. En
la tradición esotérica, la naturaleza humana es considerada positiva y la forma
de blindar al ser humano del mal es afianzando su conexión consigo mismo y con
la naturaleza. En la tradición exotérica el ser humano es
pecador y es necesario llenarlo de reglas para domesticar su naturaleza.
Nuestras culturas originales en toda América eran y
son esotéricas; el Ubuntu en África, los pueblos originarios de Australia, de
todo el Pacífico, muchas ramas del hinduismo, el budismo, los celtas, los
pueblos paganos de la Europa pre cristiana todos eran esotéricos.
El mundo ha vivido en los últimos milenios un proceso
de Exoterización espiritual. La
conquista de América fue un triste caso de adoctrinamiento exotérico a una
cultura esotérica. Aun hoy muchos ven a lo esotérico como señal de ignorancia,
de falta de educación, de brujería, de superstición, de pecado. Pero
simultáneamente muchas personas empiezan a volver la mirada hacia sí mismos
haciendo yoga o meditando, y descubren una espiritualidad pura, sin religiones,
sin dogmas. Donde la fe es sustituida por amor y conexión con la naturaleza.
Esa es la filosofía perenne. La filosofía que tenían
los pueblos de la antigüedad, antes de que nos volviéramos exotéricos. Mientras la humanidad fue esotérica no se nos ocurría
destruir el medio ambiente, abusar del más débil, no ser solidarios… con lo
exotérico vino el ideal de poder, de dinero, de dominación. Cuando la humanidad
dejó de estar en contacto con su esencia, con sus congéneres y con la
naturaleza, el ser humano perdió su sentido.
La cultura moderna carece de valores; pues la
religiosidad y el miedo al infierno ya no resulta creíble para la mente curiosa
de hoy. La ciencia es la religión de hoy en día. Los valores de la ciencia van
de la mano de un ideal materialista de confort y consumo; los medios y el cine
son la biblia de inicios del siglo 21; la ética es vista como un parámetro
antropológico.
La destrucción del planeta y toda la irresponsabilidad
de los gobiernos y corporaciones de los paises industrializados pasará a la
historia como la consecuencia de haber convertido a la ética en algo relativo.
En el mundo de hoy nada es malo; nada es bueno. Los dobles estándares no
escandalizan a nadie. Militares norteamericanos con putas generan titulares,
pero atropellos a los derechos humanos en Afganistan no.
El día que la religión deje de estar tan obsesionada
con lo externo y dirija su mirada hacia adentro, estaremos hablando de
filosofía perenne. La filosofía perenne percibe la verdad en la naturaleza y en
el interior de todos los seres humanos. Logra que la gente haga el bien no con
la amenaza del castigo sino con la introspección profunda que lleva a la
comprensión de la unidad de todas las cosas.
Cuadernos de filosofía perenne es una constante
reflexión con una visión ética no sectaria sobre acontecimientos culturalmente
significativos en Ecuador y América, recordando siempre que somos uno con el
cosmos, con la naturaleza y con la humanidad. El objetivo es ayudar a las
personas a redescubrir esa conexión, de manera que la solidaridad y el amor se
conviertan en una consecuencia natural y deje de ser necesario imponer reglas.
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